Entrevista a Pablo Di Croce

¿Cómo surge la idea de ser actor?¿Cuándo lo decidiste?

El deseo de ser actor surge de muy chico, ya a los 5 o 6 años solía quedarme instalado en el umbral de mi casa viendo a la gente pasar, podía estar horas, mi papa siempre me preguntaba que era lo que hacia y siempre recuerda que yo le contestaba que me gustaba estudiar a la gente. Creo que eso siempre me llamo la atención como cada uno se comporta de manera diferente y particular ante situaciones similares. La decisión de serlo vino mucho mas tarde a los 17, terminaba el secundario y recuerdo que comencé a estudiar derecho, pero sin mucho entusiasmo, tal vez movido únicamente por mandato familiar, pase fugazmente por psicología hasta que decidí definitivamente que el verdadero objeto de mi deseo se hallaba en la actuación, la pasión que me generaba ser ‘otros’ era incomparable.

¿Quiénes fueron tus maestros?

Mis maestros fueron varios y variados, nunca me intereso comprometerme con una única técnica, método o estilo de actuación, me resulta un concepto muy estandarizado de producción, para mi la actuación pasa por otro lado, prefiero realizar mi propia síntesis tomando de todos las herramientas que me permitan desenvolverme mejor. Puedo nombrar a Susana Pampin, Alberto Segado, Augusto Fernadez, Susana Rivero, Ricardo Bartís, entre otros.

Además de actuar ¿participás activamente en otras áreas artísticas? ¿Dirección, dramaturgia, música, etc?

He dirigido una obra llamada “Soledades” en base a un trabajo colectivo, una historia de mujeres que me apasiono al punto de sentarme a escribirla sin ser dramaturgo. Y participe en la reescritura de una obra gauchesca de fines del siglo XVIII “El amor de la estanciera”. Mi coqueteo con la dramaturgia se basa en la intuición y el impulso, carezco de conocimientos técnicos.

Contá sobre tu último trabajo teatral. ¿Sigue en cartel?

Casualmente mi ultimo trabajo teatral fue en “El amor de la estanciera” aquí trabaje como actor y co-reescritor. Fue un trabajo intenso, muy físico a las órdenes de una directora maravillosa, sensible y muy particular (Valeria Fadel). Estuvimos en cartel en el teatro Puerta Roja hasta el mes de Agosto de 2009.

¿Qué fuiste a ver al teatro que te haya dejado un fuerte impacto?

Creo que de varias obras se pueden extraer particularidades, la actuación memorable de Cristina Banegas en Medea dirigida por Pompeyo Audivert, la acidez de los textos de “La omisión de la familia Coleman” de Claudio Tolcachir, el surgimiento de trabajos del off como “Los desordenes de la carne” de Alfredo Ramos o “Cachetazo de Campo” de Federico León. Me reservo para el final la obra que mayor impacto causo en mi hasta ahora que fue la versión de “La resistible ascensión de Arturo Ui” de Bertolt Brecht que hizo en el teatro San Martín la compañía “Berliner Ensemble” en el festival internacional de teatro del año 1995. Fue la experiencia teatral más totalizadora que tuve en mi vida.

¿Y en literatura?

Sin lugar a dudas la obra completa de Bruno Schulz, el poder de su imaginario y la manera de bajarlo al papel a través de su prosa implacable constituye una experiencia fundacional a partir de la cual re significó para mi el valor de la palabra escrita.

¿Cómo te preparás para el 2010?

No hay mejor manera de comenzar el año que actuando así que lo comienzo feliz con este proyecto ambicioso y absolutamente comprometido que es “Esa extraña forma de pasión”, mas adelante por el mes de Abril estaré trabajando en “La caza del Snark” de Lewis Carroll en el centro cultural Ricardo Rojas.

¿Qué podrías decir de Esa extraña forma de pasión?

Una obra intensa, apasionada, vital con mas inquietudes que certezas y coincido con la profunda necesidad de su existencia como una herramienta mas que nos permita reflexionar acerca de nuestro pasado, de quienes fuimos, de quienes somos y de quienes queremos ser.

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