En ambientes creativos uno se vuelve más creativo, y viceversa.
Desde sótanos, teatros-casas, galpones, se representa la realidad desde un corte transversal y la mirada entrenada en lo oblicuo.
Una realidad hecha de fragmentos. De citas de muy diversa índole. Entrecruzamiento de estilos y lenguajes. Reciclado residual del imaginario colectivo.
En las distintas propuestas de estos espacios, resaltan algunos comunes denominadores: Situaciones que tienden a enclavarse en el presente. Sin pasado ni futuro. Atmósferas cerradas, por donde se filtran ecos, resonancias. Sonoridades lejanas y distorsionadas. Abundan las múltiples versiones de un mismo hecho. Y el interés no esta focalizado en revelar cual es la versión verdadera, porque desde el vamos está claro que la realidad es una interpretación subjetiva y caprichosa.
El énfasis generalmente está ubicado en el tono paródico, grotesco, siniestro, de una realidad a la cual parece imposible e inútil, encontrarle un sentido.
Territorio de extrañamiento. De escombros de lo que alguna vez sostuvo el Gran Relato de la Historia y el Progreso.
El discurso, la mayoría de las veces, surge como un habla balbuceante. Idioma extranjero en su propia lengua. Tartamudeo en la constatación de la fisura. En la puesta en crisis de todos los valores.
Lo fragmentario también vivenciado desde los avatares del cuerpo. No sólo desde el texto y montaje.
Muñecos que actúan. Actores que representan a muñecos. Actores y muñecos que interactúan. Un mundo de zombis. La actuación desapegada de emociones, como una forma de observar con lupa una realidad siempre ajena. Estrambótica.
La automatización en el gesto y el discurso dando a luz los nuevos esperpentos.
Reflejo ineludible de una sociedad donde se cohabita con una multitud de seres que no están ni vivos ni muertos: han desaparecido. Término perverso, que aún tiene plena y trágica vigencia,
De una manera intuitiva, experimental, de lucha cuerpo a cuerpo, estos hechos teatrales van produciendo un lenguaje propio. Signos multiplicadores de identificaciones, muchas veces inconscientes, que propician nuevos interrogantes para los tiempos que corren: virtuales y vertiginosos.
La búsqueda de un particular lenguaje estético crea sus propios espectadores. Aquellos que sintonizan con la posibilidad de presenciar como un grupo de artistas se interna en el círculo de la ficción, a veces, justamente para encontrar el coraje de no tener que fingir más.
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