Tres instancias del pasado más doloroso
Esa extraña forma de pasión, de Susana Torres Molina. Intérpretes: Béla Arnau, Fiorella Cominetti, Emiliano Díaz, Pablo Di Croce, Adriana Genta, Gabi Saidón y Santiago Schefer. Dirección: Susana Torres Molina. En El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960 (4862-0655), sábados, a las 22, y domingos, a las 20.30. Duración: 80 minutos.
Nuestra opinión: Bueno
Después de ver esta producción de Susana Torres Molina sobre la época de la represión en la Argentina, enseguida viene a la mente lo poco que los dramaturgos nacionales han tratado esta etapa del pasado, a excepción de los ciclos dedicados puntualmente a este tema. No es fácil y es muy doloroso; al menos eso se desprende de las imágenes de Esa extraña forma de pasión , obra concebida en tres estadios: dos, ubicados en el pasado ("Situación Sunset" y "Situación Los Tilos"), y uno, en el presente ("Situación Loyola").
Quizá la complejidad del tema y la necesidad de acotar temporalmente la escena hayan hecho que muchos de los personajes se definan más por el discurso que por las acciones, y esa verbalización haya afectado la verosimilitud de su comportamiento, pero el planteo es inquietante.
Situaciones de conflicto
"Los tilos", situación ubicada a fines de los 70, presenta a una pareja de militantes: él, profundamente comprometido; ella, entre vacilaciones y temores, con mucha historia personal, no deja muy en claro cuál es realmente su compromiso ideológico.
En "Situación Loyola", desarrollada en el presente, se produce el encuentro entre un periodista que va a hacer una entrevista a una escritora. El punto de conflicto se establece entre el joven, que no pudo conocer a su padre, víctima de la represión, y la intelectual, también comprometida en esa época, sobre quien el joven vuelca la sospecha de colaboracionismo o delación por el simple hecho de haber sobrevivido.
En cambio, "Situación Sunset" es contundente porque tiene una estructura teatral sólida y los personajes se van definiendo por las acciones. Con una sutil pincelada que delata el síndrome de Estocolmo, registra la relación amorosa entre un represor y una detenida, circunstancia que se va desarrollando lentamente hasta el desenlace.
Probablemente por las características del texto dramático, la actuación parece ajustarse al tono discursivo y los personajes no tienen base para exponer una profunda carnadura. Con esta mirada, es lógico que los trabajos más convincentes sean los de Gabi Saidón, Emiliano Díaz y Santiago Schefer, en "Situación Sunset".
La puesta de Susana Torres Molina, en un único espacio escénico, establece cierta continuidad y fluidez entre las situaciones y, aunque a veces las resoluciones se ven un poco forzadas (entradas, salidas y permanencias de los personajes), consigue una dinámica precisa y un ritmo muy aceitado.
Susana Freire
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